martes, 15 de julio de 2008

PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte


"Permitidme tutearos, imbéciles"

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera , capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española –. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos». Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas , Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.

lunes, 14 de julio de 2008

LA CREACION DE LUNES

Le latían las sienes, y un sudor frío se deslizaba por su cuello. Encerrado en aquel cuarto oscuro, sin ventanas, ni muebles, ni nada, maniatado a la silla y amordazado, sin saber dónde estaba ni por qué. ¿Cuánto llevaba allí? No sabría precisarlo: horas, acaso días.. Ya no estaba seguro de mucho, el tiempo allí se dilataba y se encogía sin seguir una lógica. Estaba desorientado, malnutrido y sediento, las muñecas le dolían terriblemente, las cuerdas le habían provocado rozaduras al intentar desatarse. Nunca estaba seguro de cuando pasaría, intentaba estar alerta para cuando llegara la próxima visita, pero por mucho que lo intentara siempre lo pillaba desprevenido. Invariablemente, se abría la puerta y recortada contra una luz cegadora... la misma silueta. Silencio. Siempre reinaba el silencio, aquel desconocido nunca decía nada, solo se acercaba y lo miraba de frente, interponiéndose entre él y el foco, a contraluz era imposible adivinar ninguna de sus facciones.

Recordó como al principio había tenido miedo, y cómo después había empezado a preguntar a su captor dónde estaba o por qué, y siempre recibía el más absoluto de los silencios como respuesta. Día tras día se repetía la situación, pero hoy sería diferente ya estaba cansado de todo esto, fuera lo que fuese aquello que se supone había hecho este castigo era desproporcionado; había luchado todo lo que sus fuerzas le permitían y ahora ya no le quedaban apenas. Ya no lucharía más, había perdido.

Lo despertó el terrible aura proveniente del marco de la puerta..¿cuánto tiempo llevaba durmiendo? Miró con los ojos entrecerrados a la figura que quieta y callada lo inspeccionaba, y tuvo el impulso de volver a preguntar pero se reprimió, nunca obtenía respuesta así que hoy no sería diferente. Además ya no le importaba, sólo quería acabar. Agachó la cabeza, y cerró los ojos, ya no le importaba nada. Cuando el silencio es tan abrumador, te envuelve, te abraza y hace que los oídos te zumben. Le sobresaltó el ruido de los pasos, que lentamente se acercaban, pero no levantó la cabeza, ni siquiera miró. Tenía a ese desaprensivo justo delante, hubiera podido alzr la vista y mirarle a los ojos, pero no quiso, en lugar de eso apretó más los ojos como si pudiera hacer que desapareciera de allí con solo pensarlo, con solo desearlo, pero no pasó nada.

La puera se cerró de golpe, todo quedó de nuevo en silencio.


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Tendido en la camilla, rodeado de aparatos y conectado a los sensores, las constantes de John eran continuamente monitorizadas, aunque nunca había cambio. Como cada día, el doctor entró para terminar su ronda con la visita a aquel hombre comatoso. Se acercó al paciente, tomó del bolsillo de su bata una pequeña linterna y la encendió a la vez que le abría primero un párpado y luego el otro: la reacción pupilar a la luz era correcta. A menudo había inspeccionado a hombres y mujeres, incluso niños, en estado de coma pero nunca había tenido la sensación que cada día llegaba a su encuentro cuando examinaba a John. Cuando le miraba a los ojos, podía sentir como si al otro lado del sueño él también lo mirara, y esa sensación lo desconcertaba tanto que había llegado a erizarle el vello en más de una ocasión; sin embargo hoy fué diferente, no tuvo esa impresión, y aunque persistió en la revisión más tiempo del que era habitual no consiguió encontrar ese atisbo de vigilia que siempre le sorprendia. Finalmente se dió por vencido, apagó su linterna, se encaminó hacia la puerta y la cerró tras de sí.

martes, 8 de julio de 2008

Quién dijo que la física era aburrida?

Aquí os dejo unos videos de fisicaza recios.
Gracias a Quevedo por su toque de atención ;)









domingo, 6 de julio de 2008

Estamos de vuelta!!

Hola a tod@s, parece ser que el retiro espiritual que me he tomado ha llegado a su fin.. vuelvo a la carga, tomo posiciones, inspiro hondo y salgo a la luz desde la semioscuridad anodina en la que me encontraba. Comienza de nuevo el viaje.

Y hablando de retomar rutas, de desaparcar lo aparcado, de huir de la nube negra, es inevitable pensar en el pozo. El tema de los altibajos de moral está lleno de típicos (bueno.. ¡qué tema no lo está!): "para salir a flote primero hay que tocar fondo". "cuando se cierra una puerta se abre una ventana", "después de la calma viene la tempestad"... El error a mi entender, está en focalizar la consecuencia y no la causa, me explico: está claro que venimos a este mundo a padecer contratiempos (si no los tuviéramos la vida sería demasiado fácil y nos aburriríamos de ella), mas.. si vamos a padecerlos de todos modos, cambiemos el color del cristal con el que lo miramos. En lugar de deprimirnos, veamos un desafío; en lugar de encerrarnos en nuestra soledad en una espiral de autocompasión, aprovechemos el momento y conozcámonos.. veamos el vaso medio lleno y no medio vacío.

Bueno, hay quién me dirá: "Jo! que típico, piensa en verde" y estoy de acuerdo con él, es un triste típico tópico, pero es mucho más triste que aún siendo tópico, sea atípico encontrarse con esa forma de pensar.

PD: Tened cuidado ahí afuera navegantes...