El proceso evolutivo nos ha dotado de inteligencia en una metamorfosis terriblemente larga y lenta, cuyos resultados son solo admirables a gran escala. Con el paso del tiempo hemos descubierto la forma de manipular, transformar y utilizar todos los materiales que nos rodean, de modo que hemos roto el proceso evolutivo pues ya no somos nosotros los que nos adaptamos, pero ¿es lo único que hemos roto?
Algo que caracteriza a los animales en la naturaleza es el respeto de una ley absoluta, “Matar sólo para sobrevivir”. En efecto ningún miembro del clan, de la manada, o de la colonia, se aventurará a cazar por pura diversión. Para él ése es un gasto energético inútil y por lo tanto inconsistente y carente de fundamento. Así mismo nunca atentará contra otro semejante, pues no son sus contrincantes sino una medida de aquello en lo que debe mejorar si es que quiere mantenerse con vida. Aprende de ellos todas esas prácticas que les proporcionan éxito en una determinada tarea y lo copia, lo asimila y lo utiliza. No hay malicia, envidia, odio, rencor ni ira; esos sentimientos nos los han brindado la inteligencia, pero lo peor de todo es que también nos ha regalado el impulso de matar a alguien porque empieza a ser mejor que nosotros.
No tenemos mas que echar un vistazo al registro de hechos que llamamos historia y ser objetivos. Desde el comienzo, con Caín y Abel, hasta nuestros días, con todas esas guerras: ¿Denominador común? El derramamiento de sangre. Ha sido el hombre el que ha matado al hombre, él lo ha maldecido por toda la historia.
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